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Este es el blog de L'Art en Birra, una tienda de cerveza artesana, materiales y equipo para elaboración casera.
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sábado, 25 de julio de 2015

O sea, que quieres hacer cerveza y venderla: ¿Te lo has pensado bien?

Esta semana quiero abordar un tema bastante delicadito, del que tengo, por suerte o por desgracia, información de primera mano, y experiencia casi para aburrir.

Por alguna razón, cada día hay más gente haciendo cerveza en casa. Por alguna extraña razón, cada día más de esos cerveceros caseros se deciden a dar el salto y convertirse en cerveceros artesanos. Y lamentablemente, la vaca no da leche para todos. Eso supone no solo un descenso en el volumen de ventas general de cada cervecero, ya que un pastel ya de por sí no demasiado grande ha de repartirse entre más gente, sino que además implica un riesgo añadido para el sector, ya que de todas las cerveceras nuevas que van apareciendo, un porcentaje preocupantemente bajo de las mismas cumple con unos mínimos de calidad en comparación al resto. Y eso afecta a como se percibe el producto.

Estamos pues en ese estadio intermedio en que el mercado empieza a estar algo saturado de marcas, y desgraciadamente, el producto no siempre está a la altura de las expectativas del consumidor. Lo sé. Este es un tema que, de forma tangencial, ya he comentado en al menos tres entradas, y sin embargo creo que toca darle otra vuelta de tuerca. O al menos yo necesito darle otra vuelta de tuerca.

Porque cada día me traen más referencias a la tienda para catar y ver si me interesa implantarlas. Y a día de hoy, son (bastantes) más las que rechazo que las que considero viables a nivel comercial. Y oye, sin ponerme demasiado tiquismiquis, ¿vale? Que si lo hiciese, sería peor. Esto implica que muchas de las elaboradoras de estas cervezas que yo considero sub-estándar acabarán desapareciendo a menos que sus maestros cerveceros se pongan las pilas y mejoren las recetas en poco tiempo, suponiendo que tengan la capacidad suficiente para reaccionar a tiempo.


Pero es que yo QUIERO hacer cerveza... Y venderla


Vale, si has llegado hasta aquí supongo que no me va a quedar más remedio que explicarte qué necesitas si quieres que en L'Art en Birra se venda tu cerveza. Bueno, para que yo la implante, al menos. Que se venda o no, nunca depende de mí , ya que yo puedo recomendar un producto en el que crea, pero si no gusta al cliente...

Pensad que esta entrada se basa única y exclusivamente en los criterios de selección que yo utilizo, y pueden diferir de los que utilicen otros establecimientos o distribuidores a la hora de aceptar o rechazar un producto.

Que se trate de argumentos lógicos no implica que todo el mundo piense como yo. Ni que yo posea la respuesta a todas las preguntas hechas y por hacer (que, por cierto, es 42).


Decídete por un receta única


Desarrolla una receta que destaque. Puedes intentar que sea de un estilo que no elabore mucha gente (piensa primero en por qué será), o hacer lo mismo que todos (con lo que te aseguras que el estilo en sí gusta y es comercialmente viable). Lo importante es que la hagas destacar sobre el resto. Da igual si es una IPA o una Dunkelweizen. Pero dale tu toque personal. Haz que se diferencie del resto de cervezas del mercado con el mismo estilo. Ya puestos, haz que sea algo que descuelle por esa singularidad.

Esto es lo primero que miro cuando me ofrecen una nueva cerveza para probarla. ¿Se ciñe al estilo al que dice pertenecer? ¿Está bien elaborada, sin estridencias ni defectos perceptibles? ¿Tiene algo que la haga sobresalir sobre el resto de la oferta similar que tengo en la tienda? Y sí, a veces sencillamente el nombre del cervecero ya es una de esos factores diferenciales a los que me refiero, pero si estás empezando y no eres Pilar Rubio o Clara Lago, lamento informarte de que en tu caso no va a colar.

Tras diseñar la receta, haz pruebas y pruebas y más pruebas. A pequeña escala. Asegúrate de que puedes reproducirla sin problemas cambiando el tamaño de los lotes. Y da la receta a probar a gente que no conozcas. No te quedes con la opinión de tus amigos más próximos o de cualquiera involucrado directamente con el proyecto. Si tienes algún conocido metido en el sector a nivel profesional, no dudes en pedir su opinión.

Piensa que tus gustos y preferencias no le importan a nadie. Y a ti es al último que deberían importarle. Porque no te vas a beber tú toda esa cerveza. Quieres que te la compren otras personas. Y para eso, les ha de gustar. Mucho. Pero que mucho, mucho, mucho.


Piensa en tu cliente objetivo


No es lo mismo diseñar una receta para los amantes de las IPAs hiperlupulosas que hacerlo para el público poco avezado al consumo de cervezas artesanas. Piensa bien a quien se la quieres vender. Porque has de tener en cuenta los mismos factores a la hora de diseñar una receta pensando en el connoisseur con litros y litros de cerveza artesana trasegada que pensando en quien sencillamente quiere una cerveza distinta de la cañita glacial sin espuma de más para acompañar la parrillada del domingo.

Este es el segundo factor que estudio cuando considero si implantar o no la nueva cerveza en la tienda. ¿A quién se la voy a poder vender? Porque a lo mejor el cliente objetivo al que le encantaría este tipo de cerveza no se encuentra representado de forma lo suficientemente alta entre mi clientela como para justificar la implantación en las condiciones que me la ofrecen...

A estas alturas debes pensar también en el modelo de explotación que le vas a dar, ya que te condicionará a la hora de elegir el volumen de elaboración. Porque si es una cerveza dirigida al gran público en general, debería ser barata para competir con el producto de elaboración por procesado industrial, y eso supone una gran tirada para abaratar costes y bajar el precio. Sin embargo, si vas a enfocar tu producto hacia un público especializado, dispuesto a pagar un poco más por un producto novedoso y de gran (espero) calidad, puedes permitirte el hacer tiradas más pequeñas, con mayores costes de producción que repercutirás sobre el precio final.

Dentro de un orden, cuidado...

Vamos, que ni se te ocurra intentar vender una Pale Ale monovarietal de Fuggles partiendo de una producción de 200 litros y ganar dinero con ello. Aunque sea la mejor Pale Ale monovarietal de Fuggles del mundo mundial. Por que el precio al que vas a tener que ofrecerla te va a impedir competir con otros productos de las mismas características.


Diseña una buena etiqueta, a la altura de la singularidad de tu cerveza


O mejor todavía, paga a un buen diseñador para que se encargue de todo el apartado gráfico, etiquetas, logos, flyers y el resto del material promocional. Suponiendo que no tengas experiencia profesional en el sector, claro...

Este factor lo tengo muy en cuenta a la hora de decidirme por una sencilla razón: hay cervezas que no destacan por nada más que la etiqueta o la serigrafía de la chapa. Aún y así, si el producto tienen una calidad objetiva suficiente para que me lo plantee, puede ser un punto que acabe de decidir a favor o en contra. Si la etiqueta te invita a probarla, su calidad intrínseca hará que el cliente repita la compra. Si no es así, por muy buena que sea no le va a llamar la atención lo suficiente como para comprarla por iniciativa propia. Me va a tocar a mi vendérsela. Y si no es un producto excepcional... Posiblemente no vuelva a comprarla.

Aquí haré un pequeño inciso para reflexionar sobre este hecho... ¿Os habéis dado cuenta de que, cuando te recomiendan un producto, las expectaciones sobre el mismo se disparan? ¿Y que si estas expectaciones no se cumplen, la frustración que experimentamos es mayor que si no nos hubieran dicho nada? ¿Y que cuando elegimos sin crearnos expectativas somos más propensos a ser magnánimos y no prejuzgar el producto?

Pues eso. Si la etiqueta vende tu birra, probablemente la gente la juzgue con menos dureza que si me toca a mí recomendarla. Sobre todo si no es excepcionalmente buena.


No peques de exceso de originalidad


En serio. No te pases. A menos que seas un cervecero consagrado y de esos a los que se les perdona (e idolatra por) que embotelle la escorrentía del macerado de su penúltima elaboración, fermentada con kéfir, con dry hopping de esa cosa púrpura que florece al fondo de su jardín con la tercera luna llena tras un eclipse total de sol, no hagas cosas demasiado raras. Y menos si es tu primera elaboración. Porque yo no sabré si tu Willpower Sunburst Exponential Ale (© 2015 L'Art en Birra) te ha salido como debería ser según tu receta original, o si una concatenación de eventos fortuitos y fuera de todo control humano se han confabulado para darle a la birra sus características organolépticas.

Y si no lo tengo claro, no la compro. Punto.

A menos, por supuesto, que seas Pilar Rubio o Clara Lago. O te avale un cervecero de renombre cuyo nombre salga junto al tuyo en la receta. Sí, de esos a los que se les perdona (e idolatra por) que embotelle la escorrentía del macerado de su penúltima elaboración, fermentada con kéfir, con dry hopping de esa cosa púrpura que florece al fondo de su jardín con la tercera luna llena tras un eclipse total de sol.



Ya tengo mi birra hecha, ¿y ahora qué?


Recuerda que necesitas elaborar tu cerveza en unas instalaciones con registro sanitario. Si empiezas en esto, es muy probable que no dispongas de obrador propio todavía y elabores en plan nómada, es decir, en instalaciones de terceros. En realidad esto importa poco para el cometido de este artículo. Porque lo importante empieza cuando ya tienes tu cerveza elaborada y, muy, muy importante, acondicionada y lista para vender.

Nunca, nunca, nunca, bajo ningún concepto, distribuyáis cerveza verde o en condiciones menos que óptimas. Si la cerveza no está como debe estar para su venta, no se presenta hasta que esté presentable, valga la rebuznancia. Y sobre todo, nunca entreguéis para su evaluación cervezas que no estén en su mejor momento para ser disfrutadas. Porque puede ser muy, muy contraproducente, y supone cuando menos una falta de respeto muy, muy grande hacia quien las ha de evaluar.

Os comentaré una anécdota personal a este respecto. Sin citar al cervecero, por supuesto, ya que me jacto de la exquisita educación recibida durante mi infancia.

Hace unas semanas me llamó un amigo que vive en otra población, porque había conocido a un cervecero que estaba en una feria con cervezas muy buenas y bien de precio. Gracias a él contacté con el cervecero, y al vivir en una población bastante alejada y carecer de distribuidor en la región, le comenté la posibilidad de que uno de mis distribuidores de confianza contactase con él para estudiar las posibilidades de entrar en el mercado barcelonés. Dicho y hecho. Mi distribuidor contacta con él y acuerdan el envío de varias muestras para evaluar. Llegan las muestras a la tienda y las catamos...

De siete referencias recibidas, tres estaban completamente planas, sin carbonatación ninguna. Las dos que se suponía que contenían frutas, además de ser de las que estaban sin carbonatar tenían un aroma bastante aceptable, pero apenas se les notaba el sabor de la fruta. Otra de las referencias, que se suponía era una IPA (me ahorro el prefijo utilizado para describirla), parecía no haber visto el lúpulo ni a través del cristal de una pecera (con el agravante del prefijo elidido, que auguraba una buena carga de ácido alfa isomerizado). En ninguna de las tres cuotas habituales, ni hablar ya de cosas tan exóticas como hop cannons o dry hopping. De las tres referencias restantes una se salvaba (sin ser nada excepcional, cuidado), otra decepcionaba solo un poco, y la tercera no tenía ninguna de las características que esperábamos encontrar en función a los ingredientes que se suponía contenía.

En pocas palabras: me sentí decepcionado, por no decir pura y llanamente insultado.

Y no precisamente por el criterio de mi amigo al recomendármelas (estoy seguro de que las cervezas que probó él en la feria eran, cuando menos, correctas). Sino por el fallo de este cervecero al no asegurarse que el producto que enviaba para su evaluación cumplía con sus propios estándares de calidad, o por lo menos, los estándares propios de cada estilo.

Volviendo al tema que nos ocupa, no cometáis el mismo error. Solo la mejor cerveza debe de comercializarse con vuestra marca. Ante la duda, no se comercializa hasta que estemos seguros. Y si la elaboración ha sido menos que óptima y no hay forma de salvarla, se destruye y se asumen las pérdidas antes de que sea tarde. Siempre perderemos menos dinero si vaciamos los fermentadores antes de embotellar, o si vaciamos las botellas antes de etiquetar o distribuir. Y es que los gastos de distribución y retirada, los vamos a tener que asumir de nuestro propio bolsillo, amiguitos.

Porque distribuir un producto de calidad inferior a la óptima puede suponer una lacra que nos costará quitarnos de encima. Creará inquietud y desconfianza en el consumidor, que no sabrá si fiarse de una próxima elaboración de nuestra marca. Sobre todo si es nuestra primera incursión en el mundo de la cerveza artesana. O la segunda. O la quinta. O la vigésima.

A menos, por supuesto, que seas un cervecero de esos a los que se les perdona (e idolatra por) que embotelle la escorrentía del macerado de su penúltima elaboración, fermentada con kéfir, con dry hopping de esa cosa púrpura que florece al fondo de su jardín con la tercera luna llena tras un eclipse total de sol.


En pocas palabras, ¿te gustaría tener mi birra en tu tienda?


Veamos... ¿Se trata de una receta original, con un público objetivo bien definido, una etiqueta atractiva, un precio ajustado y calidad contrastable?

Por supuesto.

Si se cumplen todas las condiciones.

Aunque no seas Pilar Rubio, ni Clara Lago, ni un cervecero de renombre.

Recuerda que lo más importante es la cerveza. Ella habla por ti y te avala o condena en función a lo que hagas con ella cuando la comercializas.

Suerte en tu nueva andadura profesional. La vas a necesitar.

Salus et Birras...

By Mikel...

viernes, 17 de julio de 2015

Desde el Infierno: Cuando todo vale, nada vale

Esta semana ha surgido la podría convertirse en nueva Serpiente de Verano Cervecera, como sucediera ya el pasado año con unas declaraciones de Demetrio Carceller sobre la cerveza artesana. En este caso, Jordi Luque realizaba el el blog de temática gastronómica El Comidista un análisis bastante acertado sobre el panorama actual en torno a la cerveza artesana, teñido tal vez de un aparente partidismo exagerado, utilizando un lenguaje agresivo, ácido y, desde mi punto de vista, en exceso inflamatorio.

Como era de esperar, la chispa ha prendido, y en pocas horas varios de los blogueros más militantes lanzaron su particular contraataque, unos de corte más agresivo, otros en tono más conciliador, pero todos, sin excepción, en defensa de la cerveza artesana y sus consumidores habituales.

Un servidor, tras analizar el tema en profundidad y contactar directamente con el autor a través de Facebook, he decidido abordar el tema también (vale, lo reconozco... Con tanto cachondeíto no se me ocurría ningún otro tema para rellenar este espacio cuasisemanal que comparto con vosotros), pero analizándolo todo desde un punto de vista ligeramente distinto, como es habitual en mí.


Deshaciendo el artificio: el mensaje de fondo de Jordi Luque


En su artículo, titulado Contra los talibanes de la cerveza artesana, utilizando una estructura en exceso pedante, artificiosa y plagada de lugares comunes, Jordi Luque arremete contra aquello que muchos de nosotros ya hemos criticado en muchas ocasiones, a saber, el esnobismo creciente entre vendedores y consumidores, la falsa etiqueta de exclusividad que se le aplica a la cerveza artesana, el innecesario postureo en torno a la misma, el exceso de proselitismo que algunos nuevos conversos practican con exceso de celo y su falsa asunción como producto gourmet.

Lo dicho: nada nuevo bajo el sol.

Lo novedoso de su artículo es la forma en que lo redacta, de manera que puede llegarse a entender que en lugar de una crítica constructiva se trate de un ataque a todo un sector.

Eso, amigo mío, es un error de formas en toda regla.


Nuevos medios, reglas viejas


Muchos blogueros han decidido obviar que, en realidad, este medio no deja de ser la versión actualizada y no regulada del periodismo convencional. Y como tal, debes ceñirte en lo posible a las reglas vigentes, tal vez acomodándolas a tus necesidades y tu estilo, pero intentando no contravenirlas en ningún caso.

La visibilidad que los blogs y las redes sociales nos ofrecen equiparan a cualquier creador de contenidos con un periodista, sobre todo cuando el alcance de las publicaciones puede ser muy superior al de las publicaciones de los profesionales de la comunicación. Desde ese momento, dicho creador de contenidos ha de asumir una responsabilidad sobre lo que crea, y tener en cuenta las dificultades que el medio tiene a la hora de transmitir sus verdaderas intenciones. Para ello, debe ceñirse a unos convencionalismos de coherencia en los contenidos y de estilo al redactar.

Y eso es algo que Jordi no ha hecho: ha trasgredido, doblado, retorcido e ignorado sin piedad, toda norma, regla o convencionalismo, con el objetivo tal vez de remover conciencias. Pero, a juzgar por la respuestas de aficionados en general y blogueros en particular, lo que ha removido ha sido mucho más de lo que esperaba en un principio.


Las reglas del juego


Porque todo juego necesita unas reglas, a la hora de acometer la creación de contenidos para un blog deberíamos establecer algunas que nos permitan establecer unos parámetros por los que nuestros lectores se guíen para comprender nuestros textos. Unas reglas que cualquiera que escriba en nuestro blog debería seguir.

En el caso de El Comidista, se trata de un blog adscrito a un medio escrito: el diario El País. Sus contenidos siguen una estructura más o menos homogénea, y se ciñen a unos convencionalismos bastante claros.

Entre estos convencionalismos se cuentan (o deberían contarse por cuestión de coherencia), el Código Deontológico de la Profesión Periodística de la FAPE, y evidentemente, el Libro de Estilo del diario El País. Un código deontológico y un libro de estilo que cualquier colaborador de este diario o cualquiera de los medios a él vinculados debería conocer y seguir a rajatabla. Algo que Jordi (su seguimiento, ya que no puedo juzgar u opinar sobre sus conocimientos) se pasa alegremente por el forro de la hombría, usando un eufemismo para eludir en lo posible el uso de palabras malsonantes.

Para empezar, ya en mismo titular contraviene el artículo 7 de los Principios Generales de dicho Código Deontológico, que a saber dice así:

7. El periodista extremará su celo profesional en el respeto a los derechos de los mas débiles y los discriminados. Por ello, debe mantener una especial sensibilidad en los casos de informaciones u opiniones de contenido eventualmente discriminatorio o susceptibles de incitar a la violencia o a prácticas humanas degradantes.
a) Debe, por ello, abstenerse de aludir, de modo despectivo o con prejuicios a la raza, color, religión, origen social o sexo de una persona o cualquier enfermedad o minusvalía física o mental que padezca.
b) Debe también abstenerse de publicar tales datos, salvo que guarden relación directa con la información publicada.
c) Debe, finalmente, y con carácter general, evitar expresiones o testimonios vejatorios o lesivos para la condición personal de los individuos y su integridad física y moral.

Curiosamente, el Libro de Estilo de El País reza algo parecido en su apartado dedicado a los Principios y la palabras malsonantes:

1.41. Nunca deben utilizarse palabras o frases que resulten ofensivas para una comunidad. Por ejemplo, ‘le hizo una judiada’, ‘le engañó como a un chino’, ‘eso es una gitanería’.

Entendamos que me estoy refiriendo al uso de la palabra talibán para definir a un colectivo, para lo que utiliza un término despectivo que no tiene nada que ver con la información publicada.

Si buscamos en el diccionario de la RAE el significado de la palabra en cuestión, nos encontramos con lo siguiente:

talibán.
1. adj. Perteneciente o relativo a cierta milicia integrista musulmana. 
2. com. Integrante de esta milicia.

Es decir, que está tildando a un sector de consumidores de cerveza artesana de ser integristas, de ser musulmanes, y de pertenecer a una milicia. Dos casos de uso ofensivo de la palabra (para los colectivos integristas y musulmanes, en tanto en cuanto tienen prohibido consumir alcohol), y una presunción de culpabilidad en un delito (las leyes españolas prohíben la pertenencia a milicias o grupos armados). Y vaya, este último punto también contraviene el quinto punto de los Principios del Código Deontológico:

5. El periodista debe asumir el principio de que toda persona es inocente mientras no se demuestre lo contrario y evitar al máximo las posibles consecuencias dañosas derivadas del cumplimiento de sus deberes informativos. Tales criterios son especialmente exigibles cuando la información verse sobre temas sometidos al conocimiento de los Tribunales de Justicia.

Y todo eso por utilizar tan solo una palabra en un titular y el cuerpo del artículo...

Vaya...

Pero es que eso no es todo, damas, caballeros y gourmets. A lo largo de todo el texto, Jordi mezcla hechos objetivos con especulaciones y opiniones personales, sin orden ni concierto, permitiendo que unas y otras se confundan en una amalgama indistinguible con lo que, al final, acaba pareciendo publicidad encubierta por su similitud con el slogan principal de la campaña publicitaria de una gran (por volumen de elaboración y penetración en el mercado) cervecera.

Volviendo al Código Deontológico, nos encontramos con que en el apartado Principios de actuación se incluyen dos artículos que regulan como se deberían presentar dichas informaciones:


17. El periodista establecerá siempre una clara e inequívoca distinción entre los hechos que narra y lo que puedan ser opiniones, interpretaciones o conjeturas, aunque en el ejercicio de su actividad profesional no está obligado a ser neutral.
18. A fin de no inducir a error o confusión de los usuarios, el periodista está obligado a realizar una distinción formal y rigurosa entre la información y la publicidad. Por ello, se entiende éticamente incompatible el ejercicio simultaneo de las profesiones periodísticas y publicitarias. Igualmente, esta incompatibilidad se extenderá a todas aquellas actividades relativas a la comunicación social que supongan un conflicto de intereses con el ejercicio de la profesión periodísticas y sus principios y normas deontológicas.

Como podemos ver, a lo largo de casi todo el texto, y sobre todo en su sonada conclusión y declaración final, incumple descaradamente el artículo 17 ya que presenta sus opiniones personales como si de hechos objetivos se tratase, postulando que sus interpretaciones y conjeturas son las únicas posibles en un marco de referencia que, para el profano, puede resultar desconocido o confuso. El punto 18 no puedo afirmar que lo incumpla y lo incluyo a título meramente informativo, ya que aunque parte del texto suene a publicidad encubierta, soy consciente de que estamos sometidos a un bombardeo constante de información, que puede tanto haber condicionado mi interpretación de sus palabras como la elección que él ha hecho de las mismas.

Pero lo peor del caso es que El Comidista no es un blog de opinión personal, sino de crítica gastronómica. Podemos pensar que la crítica y la opinión son hijas del mismo padre, pero donde la primera ha de regirse por unos principios de objetividad, la segunda carece de esas restricciones, siendo mucho más libre en forma, función y objetivos. Es decir, que aunque el texto en sí podría haberse publicado tal cual en un blog de opinión personal sin levantar siquiera una ceja (el tópico mi casa, mis reglas), al tratarse de un blog con contenido temático adscrito a un medio informativo, debería haberse ceñido a las reglas y normas citadas.


No, no todo vale


Llegados a este punto me toca hacer un poco de reflexión y reconocer que, a toro pasado, todo el revuelo organizado en torno a este artículo obedece a un sencillo problema de interpretación: Pensar que todo vale a la hora de redactar un artículo y compartirlo en un medio tan inespecífico como es internet.

Porque, lo queramos o no, existen una reglas a seguir.

Porque, lo queramos o no, el control sobre nuestros contenidos lo perdemos en cuanto los publicamos.

Porque, lo queramos o no, siempre puede haber alguien que nos malinterprete.

Para minimizar ese riesgo, existen las reglas. Si no las seguimos, no podemos culpar a nadie por no entender nuestras intenciones e interpretar lo que les de la gana.

Desde el Infierno:

Salus et Birras...

By Mikel...

sábado, 11 de julio de 2015

Calor y cerveza: La mejor combinación para sobrevivir al verano y no morir en el intento


Llega el verano. Las grandes marcas de cerveza entran a saco en nuestras vidas a través de agresivas campañas de marketing que nos bombardean desde cualquier televisor o receptor de radio. E incluso por internet.

Anuncios rodados por hipergalardonados directores de cine, con actores y actrices de fama internacional para promocionar un estilo de vida que nada tiene que ver con la calidad de los productos que promocionan. Simpáticos infocomerciales que promocionan el consumo de un otrora famoso coctel casero a base de cerveza mezclada con un refresco, de cuyo nombre (o nombres, ya que hay más de uno para definir la misma receta básica) se ha apropiado tal o cual marca para comercializarlo preparado y listo para consumir, sin el engorro de tener que hacerlo tú mismo...

En resumen, cerveza y verano son dos términos que combinan muy bien entre sí. Pero desde luego hemos de tener algunos conceptos muy claros a la hora de consumir nuestra birra favorita en estos meses de calor intenso.


La pregunta del mourinhón de euros: ¿Por qué?


Puede parecer absurdo visto desde fuera, pero lo primero que vamos a tenernos que preguntar antes de abordar el tema de tomarnos una cerveza en verano es muy importante: ¿Por qué tomar cerveza en lugar de cualquiera de las combinaciones de agua y azúcar disponibles a nuestro alcance?

La respuesta más sencilla, porque me gusta más la cerveza que los refrescos, es al mismo tiempo la más absurda de todas.

Porque la cerveza es muy mala para combatir el calor. Porque tiene alcohol. y el alcohol deshidrata. Y en verano, lo último que queremos es deshidratarnos.

De forma que vamos a tener que reformular nuestras respuestas, de forma que seamos capaces de encontrar una cerveza que nos permita alcanzar nuestros objetivos. Estos nos son otros que poder disfrutar de una cerveza en pleno verano sin sentirnos culpables ni acabar destrozando nuestro organismo en el proceso.


Combatir el calor con algo que no sea un refresco


Como hemos mencionado antes, la cerveza es, a primeras luces, una bebida desaconsejable en verano, dado que contiene alcohol. Gracias s Byggvir, el porcentaje de alcohol por volumen es muy variable, y sin duda podremos encontrar una cerveza que nos permita refrescarnos con una aportación de alcohol mínima.

Dejando de lado los productos de elaboración industrial, las primeras alternativas que se nos ofrecen son las varias cervezas artesanales de fermentación lager, en general ligeras de cuerpo y con volúmenes de alcohol bastante contenido. Cervezas que no importa si bebemos muy, muy frías, debido a que sus sabores y aromas son muy ligeros y refrescantes, y apenas se enmascaran con el frío. Si esta es nuestra elección, buscaremos aquellas con un contenido alcohólico más bajo, y nos las zamparemos lo más frías posible, sin remordimientos ni dilemas éticos. Indudablemente, si queremos hacer un cóctel veraniego a base de un refresco carbonatado y edulcorado, estas cervezas serán las que elijamos como base para su elaboración. Puede que los más puristas renieguen de esta opción, decidiéndose por una cerveza de procesado industrial como base para este cóctel...

Son los mismos puristas que se hacen un Gin Tonic con ginebra Lirios y limonada del Super, con cubitos de agua del grifo. Cualquiera que sepa algo de elaboración de cócteles o de cocina, sabe que cuanto mejores los ingredientes, mejor el resultado. Por eso, si partimos de una buena cerveza y de un buen refresco (o incluso de un zumo natural si nos sentimos inclinados hacia esa opción), obtendremos una buen cóctel. Porque no nos engañemos: si el Black Velvet es un cóctel, la Clara, también lo es...

En segundo lugar tendríamos las cervezas con frutas de origen belga. Son estilos tradicionalmente poco lupulizados, con amargor contenido y que en ocasiones cuentan con aportaciones de zumos naturales en porcentaje variable. Suelen tener un porcentaje de alcohol por volumen bastante contenido, muchas veces inferior al 3%. Por regla general no suelen ser un producto que consumamos a lo largo del año a menos que realmente apetezca. Sin embargo, a estas alturas del año y con temperaturas altas, pueden ser una buena alternativa a los cócteles para quienes renieguen de mezclar una buena cerveza con un humilde refresco.

Como tercera alternativa tendríamos las recetas Summer. Cervezas etiquetadas como Summer Ale, Summer Lager o cualquier combinación de palabras que incluya la palabra verano en inglés. Se trata de cervezas completas, pero de cuerpo ligero, aromáticas, refrescantes y con un porcentaje de alcohol generalmente inferior al 6%. Buenas para disfrutar de forma ocasional, no obstante, ya que pese a ser muy refrescantes gracias a sus combinaciones de lúpulos, su contenido en alcohol puede ser algo alto para consumirla de forma copiosa. Resultan no obstante ideales para acompañar una comida ligera y fresca.

Dentro de este epígrafe podríamos incluir las cervezas estacionales conocidas como Saison. Se trata de cervezas pensadas originalmente para consumir en verano, y serían la contrapartida continental a las Summer británicas, con las diferencias estilísticas que cabría esperar entre unas y otras.

Alguien puede echar en falta que hable de las cervezas de trigo, ligeras, refrescantes, con ese puntito ácido que las hace tan apetecibles cuando el calor aprieta...

El problema es que empiezan a florecer estilos elaborados con trigo muy, muy trabajados y complejos... Por eso, si sois de trigo, ceñíos a los expuesto para las lagers más arriba: buscad las de menos graduación para combatir el calor. Si os gustan un poco más contundentes, dadles el mismo uso que a una Summer; ideales para acompañar una comida veraniega. Si os gustan los estilos más complejos elaborados con una base de trigo... Mejor seguís leyendo y sacáis vuestras propias conclusiones.

Mención aparte merecen las cervezas conocidas con el prefijo Session. Una cerveza Session es lo que entre el vulgo denominaríamos una birra de trago largo. Cervezas que, dentro de un estilo característico, tienen un nivel de alcohol muy bajo y un cuerpo más ligero de lo que dicta el estándar, siendo así más fáciles de beber de forma continuada sin llegar a padecer los efectos negativos de la ingesta de alcohol. Si queremos disfrutar de la cerveza dentro de un ambiente social, son la mejor opción, ya que no hace falta enfriarlas más de la cuenta para poderlas disfrutar, y nos van a refrescar sin llegar a deshidratarnos de forma notable.


Y ya que hablamos de socializar...


Los estilos de cerveza más contundentes los dejaríamos a estas alturas relegados a un marco de socialización nocturna. Sí, exacto: la alternativa elegante al tópico cubata o lingotazo de terraza veraniega; puro garrafón a precio de marca, hoygan.

La ventaja principal es que, de media, la cerveza posee un contenido de alcohol más bajo que cualquier combinado de licor y refresco que nos metamos entre pecho y espalda. Esto supone que enfatizamos el carácter refrescante de la bebida sin necesidad de alcanzar un nivel de alcoholemia excesivo en nuestros maltratados organismos (que la caló es mu mala pal cuerpo, y solo nos falta meterle alcohol a cascoporro para acabar de dejarlo hecho un trapo). Y que puestos a disfrutar de una buena cerveza, ¿qué mejor que hacerlo por la noche, cuando las temperaturas se suavizan y podemos compartirla en buena compañía?

O viceversa, qué más da.

En resumen:

¿Cerveza en verano?

©TwoSouls 2008

¡Seguro!

Pero con ojo, como siempre. Mantengamos por lo menos la precaución de evitar que coincida el consumo de cervezas con un contenido alcohólico alto con las horas de mayor sudoración del día, ya que de esa forma solo conseguiremos deshidratarnos más.

Por lo demás... Disfrutad del verano y de vuestras cervezas favoritas sin remordimientos, pero sin correr riesgos absurdos.

Salus et Birras...

By Mikel...

sábado, 4 de julio de 2015

Brew Target: Tutorial para adaptar recetas. Tercera Parte

Continuamos con la tercera y por el momento última parte de nuestro tutorial sobre como configurar Brew Target para que nos calcule las recetas y las hojas de trabajo en función a nuestras necesidades reales.

Hoy nos vamos a centrar en substituir las materias primas de la receta original por muestras materias primas, ajustando las proprociones para corregir cualquier desviación de las características de la misma. También veremos como calcular el volumen y la temperatura del agua del macerado, y como generar las hojas de elaboración. Para ver en detallle cada imagen haz clic sobre ella y se abrirá en un tamaño más aceptable y que permite leer las opciones.

Adaptando la receta

 

Modificaremos las proporciones de nuestros ingredientes, tanto en el apartado Fermentables como en el Lúpulos, de forma que los valores de densidad inicial y final, color y amargor queden lo más cercanosos posible a los de la receta original. Para ello solo tenemos que hacer clic en la casilla correspondiente a la cantidad de malta que queremos modificar e introducir los nuevos valores, asegurándonos que las unidades de medida que introducimos son las mismas que había originalmente (no entrar el valor en gramos cuando la unidad estaba en kilos, por ejemplo).

Al mismo tiempo comprobaremos que los porcentajes de cada ingrediente no se desvíen demasiado de los valores originales En la imagen podemos ver las proporciones de malta de la receta original sin modificar ni alterar el equipo. Verificad que las densidades y los valores de color y amargor coinciden bastante con las de la imagen anterior, que es la receta ajustada para nuestro equipo y materias primas.
En el siguiente paso eliminaremos los pasos de macerado que encontraremos en el apartado Maceración. De esta forma conseguiremos que se genere un nuevo proceso ajustado a nuestro equipo teniendo en cuenta el volumen del equipo y de la materia prima utilizada.
Al pie de la pantalla hay un desplegable, que describe los procesos de macerado disponibles. En este caso solo tengo disponible el macerado por infusión (es el único que uso con este tipo de equipo), que es el elegiremos: Single Step.
Al elegirlo aparecerán los pasos, indicando el tiempo, el volumen de agua a añadir y la temperatura a la que la añadiremos, asío como el teiempo estimado que hemos de esperar hasta avanzar al paso siguiente.
Para generar las instrucciones detalladas, elegiremos en el cuadro superior la pestaña Brewday, y haremos clic en el botón Hacer instrucciones.
Despues, desde el menú Archivo podremos acceder a Brew Day y elegir qué queremos hacer con las instrucciones de elaboración (imprimirlas, previsualizarlas en formato de impresión, o exportarlas como archivo HTML)...

Y en el mismo menú tendremos la oportunidad de hacer lo mismo con la receta propiamente dicha, de forma que podremos usarla como referencia o compartirla con quien queramos sin que sea necesario abrir el programa cada vez que necesitemos acceder a ella.


Y hasta a aquí la tercera y última parte del tutorial. Espero que os haya ayudado al menos a comprender un poquito mejor el funcionamiento y la versatilidad de este pequeño gran proyecto en código abierto, a la altura de programas más conocidos y de pago. A continuación os dejo unos enlaces por si queréis:

Leer la primera parte de la serie

Leer la segunda parte de la serie

Descargar Brew Target (programa gratuito, multiplataforma y de código abierto, la página está en inglés)

Salus et Birras...

By Mikel...